Dedicación del altar del Seminario Redemptoris Mater, de Madrid

«Experiencia del amor de Dios a través de la belleza»
El cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco, dedicará, el lunes próximo, el altar de la iglesia del Seminario Redemptoris Mater, de Madrid, Nuestra Señora de la Almudena. Tras varios años de remodelación de la iglesia, Kiko Argüello, ayudado por un equipo de constructores y artistas itinerantes, ha realizado un mural iconográfico de inspiración bizantina que preside el templo. Asistirán a la celebración Kiko Argüello y Carmen Hernández, iniciadores del Camino Neocatecumenal, además del padre Mario Pezzi, y los seminaristas y las personas más allegadas a esta casa de formación sacerdotal

 

 
Retablo del templo del Seminario Redemptoris Mater. A la derecha: Kiko Argüello ultima uno de los iconos
«He visto la imagen humana de Dios y mi alma ha sido salvada»: así defendía los iconos san Juan Damasceno en el siglo VIII, frente a la lucha iconoclasta. Con el mismo fin evangelizador, Kiko Argüello (Premio Nacional de Pintura en 1959) ha diseñado el nuevo edificio del Seminario Redemptoris Mater de Madrid y, de forma especial, la iglesia en la que los seminaristas celebrarán diariamente la Eucaristía. Este seminario diocesano misionero cuenta en Madrid con más de 22 años de recorrido, y, desde hace dos, tiene nueva sede en un edificio perteneciente a la archidiócesis de Madrid, en el que antes residía una comunidad de Hermanas Capuchinas.
El Rector, los formadores y los más de 70 seminaristas de 22 naciones diferentes esperan con ilusión este próximo lunes, día 19 de diciembre, ya que hasta el momento han celebrado la Eucaristía en una capilla provisional, en una de las salas del edificio. La nueva iglesia, reconstruida a partir de la antigua capilla de planta circular, se ha convertido en una obra de arte que invita a la alabanza y a la acción de gracias a Dios. Una cúpula de madera de la que pende una paloma, signo del Espíritu Santo, corona este espacio celebrativo envuelto con piedra serena y sobre un suelo de moqueta azul y mármol; pequeños detalles que hacen resaltar las pinturas del mural: un muro de casi 10 metros de alto en el que se representan los misterios de Cristo, como la Encarnación, el Nacimiento, el Bautismo del Señor, la Crucifixión, el Descenso a los infiernos, el Sepulcro vacío o la Parusía del Pantócrator.
Kiko Argüello se inspira en la pintura bizantina. Incorpora alguna novedad en el color y la expresión, pero mantiene el canon bizantino, para el cual el protagonista es el fiel creyente, ya que el punto de fuga de cada icono no está dentro de la pintura, sino en el que la observa. Son pigmentos, trazos, líneas que hablan de pasajes evangélicos, y quieren mostrar la belleza del amor de Dios a través de esta nueva estética.
Juan Ignacio Merino

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